dilluns, 27 d’octubre del 2014

Pobre señor presidente o fábula de Konilosia y Alfaranja

Pobre señor presidente
ya no hay nadie que lo aguante
nunca hubo aquí gobernante
con menos dedos de frente

pobre tirano casero
tan pacheco y tan porfiado
mandón pero bienmandado
si el que manda es un banquero

pobre jerarca aprendiz
tan terco ensoberbecido
tan solo y desentendido
de la gente y del país.

      Mario Benedetti, Señor presidente (fragmento)

Pobre señor presidente, y pobre su gobierno. Seguramente no imaginaban hasta dónde podía llegar el pueblo catalán en la búsqueda de una salida a la situación de ahogo, como pueblo, a la que le está sometiendo su gobierno y algunos que lo han precedido. Éramos dóciles, como esos toros mansos que se dejan llevar por el camino que quieren los que los guían y seguramente ustedes creyeron que lo íbamos a ser siempre. Confiados, ustedes han ido tensando la cuerda que nos sujeta a España, pero han apretado tanto y han llegado a un extremo tal que incluso un toro manso parecería un mihura en esa situación.

Señor Rajoy, le voy a contar una historia que escribí en este blog hace dos años. Como la escribí en catalán y me parece que usted no entiende esa lengua y mucho menos la habla, ni en la intimidad como su maestro Aznar, voy a contarla ahora en castellano, expresamente para usted, aunque ya sé que no la leerá nunca. Además voy a actualizarla, pues desde que la escribiera, en septiembre de 2012, han pasado muchas cosas, algunas que hasta entonces nunca imaginé que pudiesen pasar. Es la historia de dos clubes deportivos, uno pequeño (Alfaranja) y el otro mucho mayor (Konilosia), que se unieron, pero el poderoso deseaba que el otro quedase integrado para siempre en su estructura y que se sometiese en todo a sus deseos. Por cierto, esos nombres (Alfaranja y Konilosia) no los he inventado yo. Los he tomado en préstamo del poeta Salvador Espriu (1913-1985).

Fábula de Konilosia y Alfaranja 

La naturaleza nos enseña que el pez grande se come al pequeño. Y quien dice pez dice cualquier otro grupo de animales. En las sociedades humanas sucede algo parecido y eso se nota más en tiempos de escasez. La fusión de empresas, de bancos o de otras entidades suele ser un eufemismo. Como la naturaleza, el grande siempre se come al pequeño, salvo que el pequeño sea lo suficientemente listo y sepa esquivar el ataque de su depredador; o que lleguen a un acuerdo que beneficie ambos.

Alfaranja y Konilosia eran dos club deportivos independientes que se unieron hace tiempo. Konilosia era un club poderoso e impuso siempre sus intereses a los de Alfaranja, que se convirtió en una sección del gran club. Además, en un determinado momento, hubo luchas para dirigir Konilosia y el candidato a quien Alfaranja había apoyado fue derrotado. Esto hizo que Alfaranja, como sección de Konilosia, quedara en inferioridad de condiciones respecto a otras secciones.

Pasó el tiempo y los socios de Alfaranja se acostumbraron al trato que recibían de Konilosia. Sólo de vez en cuando alguna que otra voz afirmaba que deberían volver a ser un club independiente y no una sección de un club más grande. Que, con las cuotas de sus miembros, deberían poder hacer lo que ellos quisieran y decidir por su cuenta en qué campeonatos participaban o si reformaban las instalaciones del club y cómo lo hacían. O incluso de qué color querían que fuera su camiseta, que ni eso podían decidir.

Alfaranja, a pesar de encontrarse a veces incómodo como parte del poderoso Konilosia, le entregaba regularmente el importe íntegro de las cuotas de sus miembros. Después Konilosia distribuía los fondos recaudados entre sus secciones. Pero el reparto no era nada equitativo y Alfaranja siempre recibía bastante menos de lo que había depositado en las arcas konilósicas. Si alguna vez se lamentaban por ello, los directivos del gran club decían que había secciones muy pobres, con muchas necesidades y había que ayudarlas; y que las secciones que eran más ricas debían ser solidarias y dar parte de sus ingresos para tal fin (pero había dos secciones a las que Konilosia nunca pidió esa solidaridad y dejaba que se administraran ellas mismas). Konilosia dedicó mucho dinero a construir nuevas instalaciones y también a gastos superfluos en la mayoría de las secciones del club, salvo unas pocas, entre ellas Alfaranja.

Cuando en Alfaranja tuvieron que hacer reformas en el polideportivo que ocupaban y quisieron construir una biblioteca y una guardería para los hijos de sus miembros, no tenían suficiente dinero para sus proyectos. Llegaron a un acuerdo con algunas empresas que les hicieron las obras necesarias a cambio de que los socios pagaran un suplemento por los servicios que usasen: por el asiento del estadio, para ir al WC, para usar los vestuarios y las duchas, por cada libro que tomasen en préstamo en la biblioteca, para dejar a los niños en la guardería mientras padres y madres hacían deporte ... Cuando los socios de otras secciones que integraban Kolinosia visitaban las instalaciones de Alfaranja, solían extrañarse porque tenían que pagar por servicios que en su sección eran gratuitos y llegaron a creer que aquella gente de Alfaranja era tacaña y de todo quería sacar dinero.

Mientras hubo prosperidad, aunque era evidente que la adjudicación anual de fondos para las diferentes secciones de Konilosia no era equitativa, Alfaranja sólo se quejaba de vez en cuando, y acababa dejándolo correr. Pero las cosas cambiaron. Llegaron tiempos de vacas flacas y los ingresos por cuotas disminuyeron mucho. Los fondos de reserva de que disponía Alfaranja se fueron agotando y aquella sección del club se fue endeudando. Además, tuvo algunos directivos bastante manirrotos y eso contribuyó a un mayor endeudamiento.

Los socios de Alfaranja se dieron cuenta entonces de la injusticia de aquel reparto "solidario" que les había exigido durante tanto tiempo Konilosia, y el sentimiento de identidad propia, de querer volver a ser el club independiente que había sido antiguamente, fue en aumento. Los directivos de Alfaranja, aunque conscientes de esa desigualdad, no querían agotar todas las posibilidades y pidieron a Konilosia un acuerdo que tuviera en cuenta las necesidades de aquella sección y también pidió que, como hacían otras dos secciones del club, a ellos también les dejaran administrarse su dinero. Pero, ¡ay!, cuando se enteraron los representantes de algunas otras secciones de Kolinosia pusieron el grito en el cielo, y dijeron que aquello sería la ruina de su sección. Y cuando supieron que Alfaranja tenía que pedir un préstamo a Konilosia, uno de los socios que veía peligrar la hasta entonces cómoda situación económica de su sección añadió que el dinero que Alfaranja quería que le prestasen eran de todos los miembros de Konilosia.

Situaciones como esta y otras críticas feroces recibidas de diversos medios de comunicación, fueron calentando el ambiente en Alfaranja. Una gran parte de los miembros que hasta hacía poco tiempo habían sido sumisos, dijo que aquello ya había rebasado toda medida alfarángica y no se podía seguir tolerando. Y en 2012 decidieron demostrar su malestar con una gran protesta, cuya importancia quiso disminuir Konilosia.

El coordinador de la sección de Alfaranja, ante la magnitud de la protesta en su sección, fue a entrevistarse con el presidente de Konilosia para pedirle de nuevo un trato diferente, parecido al de las dos secciones que se autoadministraban. Pero el presidente de Konilosia se mantuvo en sus trece, porque consideraba que Alfaranja ya recibía lo suficiente.

A partir de aquella negativa rotunda del presidente de Konilosia, el deseo de segregación de Alfaranja y de volver a ser un club independiente ha ido en aumento, y ha sido alentado por la propia actitud del poderoso Konilosia. El presidente del club y la Junta directiva han actuado desde entonces como si ellos mismos deseasen que Alfaranja se segregase. Con sus imposiciones sobre lo que deben o no deben hacer, incluso en aspectos internos de la sección, y con las negativas continuadas a sus peticiones, han contribuido a aumentar aquel deseo de segregación que antes sólo tenía una minoría de alfaranjinos.

El coordinador de Alfaranja quiso saber hasta qué punto sus miembros deseaban segregarse de Konilosia y decidió hacer una consulta; que socios y socias de aquella sección expresasen libremente en las urnas si querían que Alfaranja siguiese siendo una sección de Konilosia o si deseaban que volviese a ser el club independiente que fue en el pasado. Como había miembros que habían expresado el deseo de seguir en Konilosia, pero con mayor autonomía para tomar decisiones y gestionar su economía, se decidió que esa posibilidad también debía plantearse en la consulta. Se preparó una papeleta en la que se podía expresar también el deseo de aquella parte de Alfaranja. Una vez realizada la consulta, si una mayoría hubiese expresado su deseo de volver a ser un club independiente, el coordinador de Alfaranja haría la petición oficial a la Junta directiva de Konilosia.

Cuando se hizo pública la convocatoria de la consulta dirigida a los miembros de Alfaranja, la Junta directiva de Konilosia reaccionó oponiéndose abiertamente. Alegó que una consulta de aquel tipo iba contra los estatutos vigentes del club y que la segregación de una sección sólo podía decidirla la totalidad de socios de Konilosia. Inmediatamente presentó un recurso al Consejo Superior de Deportes, que ya estaba prevenido sobre el caso. Dicho Consejo, que suele tardar meses sino años en tomar decisiones, en esta ocasión fue muy diligente en la primera fase del proceso: ordenó suspender cautelarmente la consulta. Cuando se tomase la decisión final, tras el estudio detallado del caso, se vería si la suspensión era definitiva o si las consulta podía hacerse.

Esta negativa, como muchas decisiones tomadas en los últimos tiempos desde la Junta directiva de Konilosia, reavivó aún más el deseo segregacionista en Alfaranja y provocó algunas diferencias internas. Había quien propugnaba que la consulta se hiciese igualmente, desobedeciendo las órdenes de la directiva de Konilosia y del Consejo Superior de Deportes. Otros, a pesar de su deseo de expresar su opinión en las urnas, querían que se siguiese en todo momento un procedimiento legal. Y los pocos partidarios de que todo permaneciese igual estaban muy contentos con la prohibición.

Dado que muchos miembros de Alfaranja querían votar sobre la segregación y que ello no era possible de la manera como se había preparado la consulta, las cosas ahora se harán de otro modo. Como no se puede usar la base de datos de los socios que son miembros de esa sección, se construirá otra base de datos el mismo día de la votación, con los carnets de socio de Konilosia –y miembro de Alfaranja-- que aportarán quienes vayan a votar, y que deberán estar vigentes. Y aunque todo el mundo está al corriente de la nueva consulta, que se hará en la misma fecha en que debía realizarse la consulta anulada, el coordinador no ha firmado ningún documento para ello.

El presidente de Konilosia y su Junta directiva están desconcertados. Ellos pensaban de nuevo impugnar esta nueva consulta, aunque en principio les pareció que era algo simbólico y que sería solo un acto folklórico de Alfaranja. Pero no saben qué impugnar porque no hay ningún documento firmado por el coordinador que convoque a votar a los alfaranjinos. Tienen a sus abogados trabajando arduamente para que hallen algún punto en el que basar su impuganción. Y mientras tanto, siguen increpando al coordinador de Alfaranja y al grupo que lidera aquella sección del gran club.

En medio de este proceso, Konilosia hizo públicos los presupuestos del club para el próximo año. Esta vez, el tanto por ciento destinado a Alfaranja es aún inferior al de los años anteriores. Esta sección del club aporta a las arcas generales el 19 por ciento de los ingresos totales de Konilosia y el próximo año le ceden, para que lo administre la sección, una cantidad que no llega al 9,6 por ciento. Naturalmente, la mayoría de alfaranjinos muestran su descontento de muchas maneras y desea fervientemente poder expresarse en una consulta popular para que todo el mundo se dé cuenta de que no se trata de una protesta de unos pocos que arman mucho alboroto.

Lo que no se sabe es qué ocurrirá si esa aparente mayoría segregacionista el próximo 9 de noviembre --día de la consulta-- resulta ser una mayoría real. ¿Aceptará Konilosia la petición de Alfaranja de abandonar el gran club? ¿Serán sus socios retenidos por la fuerza en Konilosia? La comunidad deportiva internacional está pendiente de lo que ocurre estos días en Konilosia, cuyo presidente y Junta directiva han sido criticados duramente por su actitud cerrada ante esta situación.

Por cierto, yo soy miembro de Alfaranja y, como socia de Konilosia me siento defraudada y ninguneada por su presidente y su Junta directiva. Cuando alguien me pregunta si soy secesionista, respondo que yo no lo era hasta hace pocos años. Y no me he convertido al secesionismo, sino que me han convertido; han sido sobretodo el presidente de Konilosia y su Junta directiva quienes lo han logrado. Poco a poco han ido minando mi deseo de pertenecer a un club que me menosprecia, limita mis actividades y me impide expresarme libremente, pero que, en cambio, no quiere prescindir de los ingresos que mi cuota le aporta a sus arcas.

Si se produce la ruptura, quizás la situación sea al principio traumática. Pero estoy convencida de que, con el paso del tiempo, ambos clubes pueden llegar a mantener relaciones cordiales, si ambos lo desean, de la misma manera que hay parejas que después de una ruptura sentimental, con el tiempo pueden mantener un lazo de amistad.